viernes, 20 de septiembre de 2013

"Humos de Rey"





Hace un tiempo encontré este libro - de Ricardo León- en mi biblioteca. Sus hojas casi marrones y tapas de cuero. Con esta dedicatoria:
" Dedicado cariñosamente a Ulpiano"
Lupe ( 20-08-36)
Guadalupe era mi madre, que se ve que se lo regaló a mi padre para su cumpleaños, el 20 de agosto.
Lo leí hace poco. Acá va un fragmento:

"En la torre de los airosos voladizos tenía don Carlos sus aposentos, tales sin duda como estaban siglos atrás cuando allí vivía don Lope de Ulloa... Metido Araoz en su torre, de la que no salía como no fuese para ir a la iglesia o a cazar en el monte con sus criados más fieles, rara vez le veían allá abajo ( como él acostumbraba decir), esto es, en los pisos principales de la casa, donde, a derecha e izquierda, vivían sus hijos y sus nietos, en sendas mansiones modernizadas a trechos bárbaramente con menosprecio de los gustos de Araoz y desacato a la majestad del grave y noble edificio. Decir allá abajo significaba, pues, para el señor de la torre cifrar y resumir no solamente el desamor y el desgobierno de su familia y de su hogar, sino los males del siglo, la decadencia de la patria, la corrupción de la sociedad, el mundo entero con sus codicias, ridiculeces y liviandades; allá abajo era la ingratitud, la soberbia, la sinrazón, el egoísmo, la infidelidad y la anarquía, todas las plagas del reino de Luzbel...
Convaleciente a la sazón de unas calenturas leoninas que no pudieron derribar su naturaleza de roble, tornaba don Carlos a vivir ahora, tan fuerte y áspero como antes, pesaroso de no haberse muerto, renegando siempre de su familia, de su casta, de sí mismo, de las cosas de hogaño, de la humanidad entera"

Ulpiano murió antes de que yo pudiera conocerlo y Lupe no se sentía muy a gusto con mi castiza familia paterna. Pero de vez en cuando había que cumplir con la obligación de ir a ver a la abuela Rosa, que también vivía en la torre, como Don Carlos. Recuerdo muy bien la última vez que la vi, yo tendría cinco años y me llevaron, con mi mejor vestido y con las recomendaciones de mis mejores maneras, a visitarla. Me acerqué muy temerosa a darle un beso. Y me preguntó:
- ¿Y tu quién eres?

Con mis tías y tíos siempre tuve la mejor de las relaciones. Eran el mundo de mi padre y yo veneraba todo lo que de él viniera. Pero me puse de novia con un loco suelto, no tradicional y transgresor. Se vivía el boom de los 60.  No era el candidato ideal para mi familia de cuna gallega, por lo que NUNCA MÁS me hablaron. A mis tías no las volví a ver porque murieron antes de que yo me divorciara. Y a mi tío Nemo , mi padrino adorado, lo alcancé a ver una vez, le llevé a mis hijas para que las conociera, no hablamos de mi ex marido. Le perdoné que él no me hubiese perdonado porque necesitaba de esa parte de mi papá que él me ofrecía. Y al poco tiempo murió.

Lupe, mi madre, hija de vascos, tenía muchos hermanos. Entre ellos, Fito, un hombre simple casado con una señora de su edad, también muy sencilla, con la que tuvo dos hijos. Un buen día, esas cosas de la vida, lo tocó la varita mágica del amor y la pasión por una chica mucho más joven que él. Y se fugó con ella, dejándolo todo. Mi madre nunca se lo perdonó. Y cuando digo NUNCA, digo que tampoco le dirigió la palabra en el velorio de mi abuela Fermina, madre de ambos. Lo desconoció aún  en el dolor más profundo que puede unir a los hermanos.

No se si ese orgullo que no permite perdonar es característico sólo de los españoles. Debe tener su explicación en su historia, en odios pasados, guerras, preconceptos que se enquistaron y son imposibles de extirpar. Pero mi familia es española por todos lados y crecí sin comprender por qué preferían la soledad, las ausencias de sus seres más queridos antes de doblegarse a su voluntad, y entregarse al más noble de los sentimientos: el perdón.

1 comentario:

OLDBEAR dijo...

Bien dicen que "perdonar es divino"......pero no es simple lograrlo!!!