sábado, 26 de diciembre de 2009

El Niño Jesús


Cuando armamos el árbol, dejamos el pesebre sin Niño. Porque todavía no había nacido. Y hablamos una vez más de las penurias de María y José por encontrar un lugar para que naciera y de lo exótico de haber nacido entre animales, sin una cuna, sin ropa, sin juguetes, sin nada. Y pensamos en algo que habíamos leído acerca de Jesús que fue la encarnación del Amor, como Mozart de la música. Y vivimos el nacimiento. Pero el pesebre quedó sin Niño.

Después llegó Caribdis. Surgieron las listas de regalos porque de vez en cuando está bien jugar a que somos niños y pedirle a Papá Noel. Y dale que es cierto y todavía creemos. Y entonces las jugueterías y los precios desorbitantes y no importa porque estoy cumpliendo los deseos de los que más quiero. Y las colas en las cajas. Y las colas para envolver los regalos. Y vos qué le compraste? Que le falta en la lista? Y no compremos repetido. Y me olvidé de comprarle a tal que no iba a venir pero vino. Y este color creo que no le va a gustar. Y a él le compré menos que a ella. Y el que se ofendió. Y tener cuidado que no se ofenda el otro. Que todo esté bien. En armonía. Porque en Navidad todo tiene que estar bien. Y la familia, la propia, la que creció a través de nuestros hijos y sus hijos, la nueva que supimos adquirir, la que dejamos atrás pero no la dejaremos nunca... todos tienen que estar bien y quererse. Porque en Navidad nació el Amor.
Y llegó el momento de abrir los regalos, cuando estabamos al borde de nuestras fuerzas. Y la capacidad de disfrutar se mantenía a puro Amor. Recién nacido.
Pero Caribdis no se iba.
Y un día después, la cunita de Jesús estaba vacía.
Nos habíamos olvidado.
Tal vez poniéndolo sea la forma de agarrarnos fuerte de la rama, como Ulises y salvarnos de la furia de Poseidón.

jueves, 17 de diciembre de 2009

Soberbia


Su soberbia me distrae. No puedo seguirla. Focalizo los gestos de su boca, que enfatizan la seguridad con la que habla. Sus comisuras hacia abajo, sus labios apretados, como despreciando al que intenta escucharla. Pienso que se le van a marcar esos gestos, que su cara tan linda ahora irá envejeciendo con las marcas de su soberbia. La imagino anciana. Horrible.

Me pierdo, ya no puedo seguirla y ella piensa que no entiendo, que soy tonta, que nadie puede alcanzarla y disfruta de su altura regiendo sobre los demás.

Pienso que tal vez su soberbia no es más que querer sobrepasar su propia inferioridad. Que cuando trató de entender lo que está explicando, le costó mucho y cuando al fin se hizo la luz en su cabeza, se disparó al infinito y ya no quiso mezclarse con los pobrecitos que no entienden. Posiblemente ese sea el principio de toda soberbia. Sigo pensando mientras ella habla. Una competencia con uno mismo. Un primer paso para desprenderse de la ignorancia. Y distanciarse. Apartarse del resto. Considerar a todos los demás bobos-que-suerte-que-yo-entendí.

Pero no sabe que hay otros más sabios que ella, que superaron su etapa y la miran como ella mira a los que cree no entienden. Y sobre esos sabios habrá otros. Más sabios. Y después otros. Hasta llegar a uno que es la Humildad, capaz de servir a todos los demás.

viernes, 11 de diciembre de 2009

Lucifer


No podés ser más.

Tenés que dar hasta un poco menos de tus fuerzas

Cada milímetro de exceso es egolatría

es el pecado del angel que quiso ser Dios

Y no podés disfrutar

Eso es lo peor Tolenti

Me gustaría que lo apre hendieras

martes, 8 de diciembre de 2009

Eternidad



Hoy corría por Punta Chica. De vez en cuando el canto de un pájaro. Después el silencio. Me puse los auriculares y Misia sonó como nunca. Llenó mi cabeza con su voz y quise que no terminara. De verdad quiero eso? pensé. Si lo que me hacía disfrutarla era saber que en dos o tres minutos terminaría ese tema, mi preferido.




Hay besos inolvidables. Pero si fueran interminables serían una pesadilla. Por sublimes que fueran. La posibilidad de NO TERMINAR NUNCA los hace intolerables.

Sin embargo el amor es valioso sólo si es eterno, la felicidad que dura poco no vale, la amistad debe ser para toda la vida, hay horas que no queremos que terminen nunca y las vacaciones deberían ser constantes.

Nadie cree, de verdad, en la muerte. Todos viven como si pudieran zafar. Como si fuera algo que les pasara a los demás. Uy! se murió! No me digas!

Hay una certeza de eternidad en cada uno. Hay agnósticos, hay creyentes, pero no hay quien no se crea eterno o por lo menos lo sospeche.
Sin embargo lo fugaz es intenso, lo eterno pesa. Empieza a pesar desde que termina la fugacidad.

O será que la intensidad del instante lo hace eterno más allá de nosotros?

Digo, en otra dimensión.