Las palabras se gastan a veces y pierden significado. Se hacen clichés, cursis. Las oímos e imaginamos llenas de adornos como los caracoles "Recuerdo de Mar del Plata" o "Para vos Mamá en tu día".
Es el momento de reemplazarlas. Para qué usar palabras que no expresan lo que queremos decir?
Ay, claro, sos la abuela!!
No no no. No soy abuela de esa manera. Mi abuela Fermina no se relacionaba conmigo como yo con mis nietos. No digo que no me quisiera. Solo que la misma palabra no sirve para referirse a los dos vínculos. Ella vivió de una manera, yo de otra y cada una sintió a su manera.
Yo soy enamoradiza al extremo. Y cuando me enamoro me pierdo.
Eso siento por Bau. Me da ansiedad cuando esta por llegar. Se me hacen larguísimos los días que no lo veo. Me cuenta cosas de su mundo y pongo toda mi energía por no quedarme en el tiempo. Y seguirlo. Y compartir. A la vez que lo miro hablarme y me muero de admiración. Y su sentido del humor me divierte y río sin parar.
Ahora cuento los días por ver a Cata y a Juanis. A veces hasta me duele la panza de la emoción cuando pienso en el preciso momento en que aterrice y las vea. Quiero meterme en sus cabecitas, compartir sus juegos, ver con ellas pelis, vestir muñecas. Descubrir qué piensa Juanis que tanto piensa. Divertirme con las locuras de Cata.
Y Rufis viene con toda la fuerza de su nariz ancha y su boca trompuda. Ya nos conocemos él y yo. Desde que sólo era un latido nuestras energías se comunicaban. Increíble va a ser poder tenerlo en brazos en octubre y sentir su olorcito.
Por suerte ninguno hasta ahora me dice abuela. Porque esa palabra no tiene nada que ver con todo lo que siento por ellos.
Yo tampoco digo mis nietos. Siempre por su nombre. Porque al nombrarlos vuelvo a sentir ese cosquilleo. Cada uno es único. Y debo ponerme plomazo, como cuando una esta enamorada y no puede parar de nombrarlo, de referirse a el, hasta cansar a los demás. Es inevitable.