lunes, 14 de mayo de 2012

Querer ser otro


Fui a ver EL ÚLTIMO ELVIS  por tercera vez. Pude verla desde mí misma, como simple espectadora. Y meterme bien en el personaje, en la historia, hasta borrarme y dejarme llevar. Eso me pasa con el buen cine.
Y por primera vez tuve una identificación profunda con Carlos Gutierrez. Antes había mirado la vida de otro, una personalidad esquizoide con la que yo no tenía nada que ver, interesante sí, eso les pasa a los exageradamente fanáticos, que  creen ser otro. No a mí, por supuesto.
Lo primero que sentí distinto con esta nueva mirada de la peli, fue admiración por el final elegido por Carlos. Sentí la admiración pedida a Liza y me pareció merecida. Porque no importa lo que piensen los demás, pero él creía en su sueño, en lo que lo hacía distinto y se jugó hasta sus últimas consecuencias. Y eso sólo lo hacen los elegidos. El se creía, o se sabía un elegido.
Y lo segundo apareció como una epifanía, en el momento en que en el vestuario el compañero le pide prestado el desodorante, Carlos se lo presta y cuando se lo devuelve, lo tira a la basura. Claro!!! Carlos no quiere pertenecer a ese grupo, no quiere ser como ellos, él es distinto, es Elvis.
No se va a contaminar. Le da asco.
A partir de ahí mi identificación fue total.
Exactamente eso es lo que me pasa. Detesto pertenecer a la masa, la mediocridad me da el mismo rechazo que a Carlos, creo que hasta puedo mirar con su misma mirada. Pongo la misma distancia y me sumerjo en una soledad a veces dolorosa. Pero digna.
Cada vez me siento más atraída por el siglo XIX. Me fascina su literatura, las películas, su historia. Me he llegado a sentir George Sand o Mme Bovary.
Ahora estoy leyendo Las Hermanas Mitford y de nuevo surge el tema. No puedo dejar de sentirme atraída por esas personalidades rebeldes, poco convencionales, atrevidas, que se van de un extremo al otro sólo por oponerse, por romper las reglas y ser diferentes.
Yo también quiero ser otra entonces, como Carlos Gutierrez.
Y mucha mucha gente a mi alrededor quiere ser otra y no se da cuenta. Se arman un molde en el que después no entran, no es a su medida y viven chocandose con una realidad, la suya, que desprecian.
Son pocos los que viven conformes con sus medidas, como Priscilla, con los pies en la tierra y máxima aspiración que la asciendan en el supermercado.
Hay quienes se sienten cómodos con sus grandiosos destinos , les cabe la fama, el prestigio. Otros reniegan y pasan la vida luchando por ser del llano, uno más entre los mortales.
Yo tiro con frecuencia el desodorante a la basura.
Me gustaría ser George Sand , jugarme y materializar mis sueños.

2 comentarios:

Anónimo dijo...

Querer ser otro pasa siempre por nuestra imaginaciòn. Lo difìcil es saber quien o como querès ser. Carlos lo supo y fuè capaz de llegar hasta el final. Ese es el mèrito del guiòn.
Yo

Anónimo dijo...

Excelente !!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!
Debo identificarme incluso con algunos pasajes de tu relato!
Tal cual.
Pablín S.