domingo, 5 de agosto de 2012

Pérdida de la inocencia





Cuando estaba por cumplir 30 me creía una mujer llena de experiencia. De todo tipo, incluída la literaria. Desde chica leí sin parar. Era la época de Doña Flor y sus dos maridos. Después vinieron Teresa Batista cansada de guerra y todas los libros de Jorge Amado que me hicieron conocer San Salvador de Bahía y todos esos pueblitos brasileños con su música, sus supersticiones y comadreos de barrio. Mucho antes de haber viajado
Una historia que me marcó fue Confesiones de Fray Calabaza de Mauro de Vasconcelos. Si, el de la Planta de Naranja Lima. Me acuerdo de haberlo leído mientras hacia una guardia de una inmobiliaria en un departamento que estaba a la venta. Un posible cliente tocó el timbre y tuve que bajar a abrirle con mucha vergüenza: tenía la cara desfigurada por el llanto.
Como tantos libros que presté, nunca volvió a mis manos.
El otro día lo encontré, usado, en la Av. Corrientes. Lo compré y no veía la hora de llegar a casa para zambullirme en su lectura. No esperaba a nadie, podía llorar hasta cansarme.
Desilusión profunda. Me pareció obvio, lleno de lugares comunes, recursos  tan falseados que no podían ni siquiera emocionarme. Lo abandoné en la segunda página.
La recomendación había venido de mí misma. No podía hacer responsable a nadie de tan mal gusto. Me sonaba casi patológico no reconocerme en la lectora que yo había sido hace solo unos años.
 Ahora necesito mucho más para movilizar mi placer intelectual, para provocarme emocionalmente. Ahora ya se. Y no me creo nada.
En los treinta años que siguieron a mi lacrimógena lectura de Fray Calabaza leí mucho más que lo que había leído antes de ese libro. Eduqué mi paciencia, puedo disfrutar de párrafos largos y descripciones como la de toda la literatura del siglo XIX, al traducir me puse más exigente con la gramática, puedo leer entre líneas, disfruto más el estilo que la historia en sí misma. Crecí
Al crecer, se me abrió un abanico literario que no podía comprender cuando era muy joven.
Pero también perdí otro. Y ya no hay vuelta atrás
No era una suma. Era una opción
La calidad a cambio de mi inocencia

6 comentarios:

Anónimo dijo...

Que loco identificarme con esto siendo mas joven. Pero me re pasa!
Ro

Anónimo dijo...

CRECEMOS Y NO SOLO EL FÌSICO SE TRANSFORMA, TODO NUESTRO SENTIR CAMBIA. NO ES QUE PERDAMOS LA INOCENCIA, ABRIMOS NUESTROS OJOS A OTRAS POSIBILIDADES.
YO

Anónimo dijo...

Sin tiempo para redactar algo coherente, quiero decirte que yo a los treinta estaba lejos de creerme un hombre lleno de experiencia, más bien me veía como un trompo que giraba sin parar y no avanzaba para ningún lado. Solamente fuerza centrífuga, inconsistente pata mi e impenetrable para los demás. No puedo decir que me suceda lo mismo que a vos con la literatura, muy por el contrario, encuentro la mayor satisfacción cuando releo los libros de mi juventud, llenos de ficción y completos de fantásticas descripciones. A mi me sucede lo mismo que a vos con la música. No entiendo bien como adoraba los discos de Palito Ortega y los de Leonardo Favio - la felicidad, a, a, a, a, y hoy corté una flor y llovía, llovía - Sin desmerecer para nada a Sandro y a todo tipo de tangueros. Hoy recuerdo de memoria todas las baladas del club del clan y cuanto tango malevo haya existido. Siempre renegué de las zambas, pero aún así también las recuerdo. Ahora pasados los sesenta, escucho a Bach, Berlioz, Bizet, Brhams y todo el abecedario de barrocos, románticos y clásicos. No sé si todo esto tiene que ver con tu escrito, pero me dieron ganas de hacer esta comparación poco clara. También me encanta volver a escuchar a los Beatles y Pink Floyd. Para ser sincero y aún más incoherente, te cuento que Shakira me vuelve loco !!!!
Saulo

Anónimo dijo...

Todo cambia. Todo se transforma. Hasta nosotros mismos.

Los q no sufren los cambios te dicen facilmente: "que importa? No tenes eso pero ahora tenes esto... Ahora sos esto"

Y los q padecemos los cambios no sabemos ser "esto" de repente... Nuestra seguridad e identidad quedo en aquello que fuimos.

Pero desde lo inconciente todo se acomoda. Me pregunto si el que vive siempre en el presente es mas conciente o mas inconciente....
Lo cierto es que hasta que no leiste por segunda vez el libro no fuiste conciente de tu cambio.

Sabia demostracion de q hay recuerdos que solo viven ahi. En el recuerdo.

Pareceria imposible volver a vivirlos de la misma manera.

Pero nuestro recuerdo alimenta ese deseo y uno reincide ... Y ahi La desilusion.
Quizas no es q perdiste inocencia. Quizas es que no vale volver a vivir las experiencias. Vale vivir nuevas. La que buscabas ya la viviste.

Estoy segura de que te queda mucha inocencia para nuevas vivencias... Somos siempre inocentes frente a lo desconocido...
Y "the more you study , the less you know"
Te quiero mucho. Lu

Anónimo dijo...

Ahora entendes xq me gusta mantenerme mas tonta a veces?jajajaa. Fuera de joda Yo hago lo contrario muchas veces y super consciente! Prefiero no saber mucho y no agotar ningun recurso para seguir disfrutando pavadas. Muchas veces me juega en contra y confundo mantenerme tonta o ingenua con crecer chocando o inmadurez intensa. Pero nada, lo bueno de escribir es generar y despertar algo en el que lee. Yo me identifique con lo que escribiste xq me pasa con cosas mas de mi edad , con otras experiencias. Acordarme de cosas que hace unos años me asombraban mas y querer mantener esa emocion. Releer cosas de cuando era mas chica y querer sentir esa magia que me provocaba y ahora no tanto.Trato de retener la mayor ingenuidad , me da mas placer que la calidad, no en todos los aspectos pero si en muchos mas que a mucha gente. Ninguna de las dos opciones esta mal, el resultado es placer , placer x la calidad y la experiencia de ir superando y encontrando cosas mejores cuando la vara es cada vez mas alta. Y el placer de hacerlo igual pero en otro grado, con otra vara( o bara? Jjaaa) es tambien asi con todo. Si vos te escucharas hablar a los 30 , seguramente te darian ganas de discutirte o algunas cosas te darian verguenza. Eso mismo te paso con lo que creias que te iba a pasar con ese libro que tanto te copaba a los 30, que x cierto, con ese nombre no me lo compro ni en pedo jajajajjajajajajjaajajajja!!!
Manu

elultimorejondeltarro dijo...

como cambiamos, no nos damos cuenta en el camino que lo hacemos hasta que pasan cosas como esta y ya no nos reconocemos en aquella que fuimos una vez. muy lindo relato. besos
lau