Lo valioso de todo lo que mi energía es capaz de hacer, se debe a que ya no queda tiempo.
No hay tiempo para que viva en Paris
No hay tiempo para que me enamore en Dublin
Tal vez sí para que baile música irlandesa en un pub la próxima vez que vaya.
O mejore mi italiano, o que vaya a Praga o de conocer Lisboa.
No hay tiempo para que mi inglés sea tan fluido como para que compartamos códigos con Juanis y Cata
No hay tiempo para que pueda leerlo de corrido cuando Juanis publique su primera obra.
Ni de disfrutar de la literatura inglesa con la que me identifico y ellas son parte.
No hay tiempo para escribir y publicar varias novelas.
Mucho menos de hacer de la literatura mi profesión
Ya no queda tiempo de ese que apuramos para llegar a lo prohibido
No hay tiempo para estar cada año un mes en los países que más me gustan
No lo hay tampoco para aprender música de una manera distinta a la que la aprendí.
De leerla representando en mi cerebro la melodía.
Ni siquiera hay tal vez para sobrevivir a un perro como Atu.
No lo hay, seamos realistas, para ser la misma abuela vital con los nietos que vendrán.
NO hay tiempo para leer todo lo que me queda por leer.
NO hay tiempo para ser piloto de un aeroplano
ni para empezar otra vez
Es rarísimo que no de el tiempo para poner en práctica lo que tengo ganas y energía para llevar a cabo.
Es como tener combustible para llegar a Alaska y que el auto nos deje acá no más.
Esto no es triste
La eternidad lo estropearia todo. Como pierden valor los amores eternos.
La felicidad que dura más de un instante, la soledad cuando es muy larga.
Si tuviera frente a mí la cantidad de años que ya viví no sabría qué hacer.
Tal vez lo desperdiciaría trabajando o juntando plata para tener un final digno
No vería el valor de la lentitud y seguiría devorando horas y días sin retenerlos