martes, 29 de mayo de 2012

Lítost


Lítost es una palabra checa que no tiene traducción, explica Milan Kundera en El libro de la risa y el olvido. Es el dolor producido por la visión de la propia miseria puesta en evidencia. Es una mezcla de tristeza, autocompasión, nostalgia, humillación.
Es indispensable esta palabra para comprender el alma humana.
Cuando era adolescente me puse una vez un tapado azul que era de una amiga. No le dije a mi novio que no era mio. Me sentía elegante. Seguro que porque no me pertenecia y en la edad de la inseguridad tanto el jardin como el perchero ajeno son siempre mejores.
Otra vez que salimos ese invierno volví a  mi tapado marrón, porque el azul ya estaba con su dueña. Al verme, mi novio me preguntó por qué no me ponía el azul que me quedaba más lindo. Porque no, porque no me combinaba. Le importaba mucho la ropa e insistió. No pude confesarle que no lo tenía, que me lo había prestado mi amiga. Lítost total. Me sentí horriblemente vestida pero un orgullo desmedido me impidió bajar al llano de la verdad y preferí plantarme y decir que en definitiva yo me vestía como se me daba la gana.
Irene, la protagonista de un cuento que escribí, cae de sorpresa a visitar a su amante y nota que lo incomoda, que no la esperaba. Se siente rechazada. Aún así le cuenta que acaba de dejar a su marido y a sus hijos por él. Su amante se horroriza, trata de hacerla recapacitar. Que decisiones así no se toman unilateralmente. Que nunca le había preguntado si él estaba de acuerdo. Irene se sintió ridícula, ínfima. Lítost.  Lo único que quiere a partir de ese momento es vengarse.
Porque la venganza contrarresta la lítost. La anula. Iguala a los involucrados.
Asi como el amor es el mejor método preventivo. Quien se cree amado en forma absoluta nunca puede sentirse miserable.

domingo, 27 de mayo de 2012

No quiero que crezcas idioma

Los idiomas crecen, se mueven. Las reglas ortográficas y gramaticales varian. Ya nadie dice obscuro ni substantivo, ni substancial. Ningun escritor es corregido si cambia los tiempos de verbos. Jose Saramago no utilizaba puntos y sí mayúsculas. El estilo abre las puertas a lo que era una infracción y le da un toque personal.
Es que el idioma es como los hijos, crecen y eligen caminos que no son los que eligiriamos, pero terminan demostrándonos que abriendo la mente se puede crear y llegar muy alto.
Incluso aprendemos que no es tan importante llegar tan alto.
Pero lo que me pasa con nuestro idioma, uno de los más ricos del mundo, es verlo que se va adaptando para abajo. Quiero decir, termina cediendo y aceptando errores por la fuerza de la mayoría, que desconoce, que opta por lo más cómodo, porque copia, porque en los mensajes de texto es más practico abreviar.
Y todo vale. Si, ya se : estoy hablando como una señora mayor. Y lo soy. Evidentemente tengo los síntomas. Borges denunciaba como neologismos infinitos vocablos que hoy los usamos y no me chocan.
No quiero ni imaginarme cómo le caería escuchar por ejemplo a periodistas o locutores que se esmeran bien en prolongar la "e" cuando quieren decir prever. Que se oiga bien que estan diciendo preveer.  Creo que se confunden con proveer, de provisión. Será por lo de visión? Pero prever viene de agregar el prefijo pre al verbo ver, de visión, que va con una sola "e"
Y todavía vivía cuando protestó contra la "p" que se la sacó a psicología, porque nadie la pronunciaba. Y le molestaba mucho cuando se escribia y decía setiembre, en vez de septiembre, el mes de su cumpleaños.
Porque claro, si vamos a sacar consonantes que no se pronuncian, pronto podremos escribir.
Vó qué pensá desto?
Ta loco vo?
No entendé nada!!
No estaré viva por suerte cuando esto sea aceptado.
Y después estan los paquetes que no se quieren tragar una sola "s" y las meten donde no deben:
Vistes la película?
Comistes hoy?
No me lo dijistes!!
En Argentina hubo mucha inmigración y claro, cuando conviven varios idiomas se arma una mezcla tremenda. Los italianos hicieron estragos con el español del Rio de la Plata.  Creo que fueron los responsables del uso del condicional en lugar del subjuntivo y así hay muchísimas personas que dicen:
Si tendría plata me compraría una casa
Si vendrías, podríamos salir
y todos los que van del médico, del panadero o del kinesiologo.
Creo que ellos son responsables también de que no pronuciemos la primera de las consonantes cuando vienen por partida doble. Como el caso de psicología o septiembre. Porque claro, en italiano se dice otica , imposible para ellos pronunciar óptica.
También hay galicismos. En francés no se usa jamás "de" después de un verbo. No hay verbos que lo piden y otros no como en español.
Nosotros vivimos cometiendo errores, por mucho o por poco.
Me molesta escuchar:
Dijo de que
Escuchamos de que
Muchos por no caer en esos errores deciden hablar como en francés y prefieren omitirlo siempre:
Nos olvidamos que ibas a venir  cuando en realidad es Nos olvidamos de que ibas a venir

No se si falló la escuela, pero hay toda una generación que confunde
yendo con llendo
Y me descoloca.

Ya no hay esperanza de que los que hablan por los distintos medios hagan coordinar el artículo con el adjetivo ordinal primer y tercer
No quiero, me resisto a que un día se acepte decir:
La primer noticia en lugar de La primera noticia
La tercer información en lugar de La tercera información.
La primer cita en lugar de La primera cita.

El epistolario comercial y su vocabulario siempre me aburrió. Pero ahora, además, queriendo usar palabras importantes cae en errores que no hacen mas que enturbiar la comprensión.
El mejor ejemplo es el uso indebido de el mismo, la misma, los mismos y las mismas.
Mismo es un adjetivo, tiene que calificar un sustantivo: la misma casa, el mismo perro, las mismas ideas, los mismos preconceptos.
No es un pronombre. Es incorrecto decir:
Hoy llegaron las cartas. Las mismas se habian extraviado.
Un buen ejercicio es releer esa frase tratando de reemplazar " las mismas "por otro pronombre o un punto seguido. Es mucho mas simple y claro. O no suena mejor:
Hoy llegaron las cartas. Se habían extraviado.?

No quiero hacerlo más largo, pero tengo millones de ejemplos más.
Los voy a ir escribiendo. Como para descargar mi intolerancia.


lunes, 14 de mayo de 2012

Querer ser otro


Fui a ver EL ÚLTIMO ELVIS  por tercera vez. Pude verla desde mí misma, como simple espectadora. Y meterme bien en el personaje, en la historia, hasta borrarme y dejarme llevar. Eso me pasa con el buen cine.
Y por primera vez tuve una identificación profunda con Carlos Gutierrez. Antes había mirado la vida de otro, una personalidad esquizoide con la que yo no tenía nada que ver, interesante sí, eso les pasa a los exageradamente fanáticos, que  creen ser otro. No a mí, por supuesto.
Lo primero que sentí distinto con esta nueva mirada de la peli, fue admiración por el final elegido por Carlos. Sentí la admiración pedida a Liza y me pareció merecida. Porque no importa lo que piensen los demás, pero él creía en su sueño, en lo que lo hacía distinto y se jugó hasta sus últimas consecuencias. Y eso sólo lo hacen los elegidos. El se creía, o se sabía un elegido.
Y lo segundo apareció como una epifanía, en el momento en que en el vestuario el compañero le pide prestado el desodorante, Carlos se lo presta y cuando se lo devuelve, lo tira a la basura. Claro!!! Carlos no quiere pertenecer a ese grupo, no quiere ser como ellos, él es distinto, es Elvis.
No se va a contaminar. Le da asco.
A partir de ahí mi identificación fue total.
Exactamente eso es lo que me pasa. Detesto pertenecer a la masa, la mediocridad me da el mismo rechazo que a Carlos, creo que hasta puedo mirar con su misma mirada. Pongo la misma distancia y me sumerjo en una soledad a veces dolorosa. Pero digna.
Cada vez me siento más atraída por el siglo XIX. Me fascina su literatura, las películas, su historia. Me he llegado a sentir George Sand o Mme Bovary.
Ahora estoy leyendo Las Hermanas Mitford y de nuevo surge el tema. No puedo dejar de sentirme atraída por esas personalidades rebeldes, poco convencionales, atrevidas, que se van de un extremo al otro sólo por oponerse, por romper las reglas y ser diferentes.
Yo también quiero ser otra entonces, como Carlos Gutierrez.
Y mucha mucha gente a mi alrededor quiere ser otra y no se da cuenta. Se arman un molde en el que después no entran, no es a su medida y viven chocandose con una realidad, la suya, que desprecian.
Son pocos los que viven conformes con sus medidas, como Priscilla, con los pies en la tierra y máxima aspiración que la asciendan en el supermercado.
Hay quienes se sienten cómodos con sus grandiosos destinos , les cabe la fama, el prestigio. Otros reniegan y pasan la vida luchando por ser del llano, uno más entre los mortales.
Yo tiro con frecuencia el desodorante a la basura.
Me gustaría ser George Sand , jugarme y materializar mis sueños.