Me llama la atención la ingenuidad con que se usa el recurso de relatar algo de sí mismo con el solo objeto de hacerse una autopublicidad. Pero como si lo dijera otro. A veces, cuando me toca presenciarlo, me siento subestimada.
Si, ya se, es medio confuso lo que estoy diciendo. A lo mejor puedo hacerme entender con algunos ejemplos:
- El otro día fuí al médico y le pregunté qué era esto que tenía en la panza. Y me dijo: ¡Fibras!! Pura fibra.
- Mi hija la conoció a la nueva mujer de X. Dice que es un bagre, que nada que ver conmigo!
- Estaba hablando con Fulano y me dijo que él le había dicho que pensaba que yo era alguien muy especial, que nunca había conocido a una persona como yo.
- Yo le escribí un mail y me contestó: qué bien escribís, sos clara, concisa, muy inteligente.
- Lo que pasa es que yo cuando me comprometo con algo, siempre lo cumplo. Y ellos no están acostumbrados a eso...
- Yo tengo un defecto: digo siempre la verdad...
- Me preguntó si yo hacía algún tratamiento porque no tenía nada de celulitis. Le dije que no, que para nada, que era así, un regalo de la naturaleza...
- Si yo fuera ella y leyera el mail que me escribió ¡lo mato!
- Yo soy un desastre, no uso cremas, no me saco el maquillaje, tomo sol... la cosmetóloga se sorprendió. Dijo que debe ser genético, mi madre tenía la piel igual...
- Me preguntó cómo me entrenaba y le dije que corría 12 km todos los días y que nadaba 50 piletas todas las tardes y que además...Claro, dijo, tenés un estado físico increíble...
Me ponen incómoda esos comentarios. Siento algo así como vergüenza. O que tengo que hacer la que me creo que estoy oyendo el comentario del otro. Y no el de ella misma sobre sí misma. O el de él mismo sobre sí mismo (porque el fenómeno no es exclusivamente femenino) Que no me doy cuenta de su recurso de autopromocionarse. Siento que me hago cargo de la estupidez del otro.