Rosario descubrió que cuando desapruebo algo mentalmente y lo apruebo oralmente, hay un gesto que me traiciona. Dura un segundo, o milésimas. Mi boca se tuerce hacia la comisura izquierda de mis labios, llevando el labio inferior levemente debajo del incisivo superior. Es algo tan rápido e involuntario, que si ella no me hubiera observado, jamás me habría dado cuenta. Empecé a prestar atención y observé que aparecia en estas situaciones:
Sentada en un Mc Cafe con mi laptop y una bandeja con un iced capuccino moka + un cuadrado de manzana, concentradísima, feliz, disfrutando de mi rato del mediodía cuando se acercó una pareja joven con un bebé de un año aproximadamente. Me preguntaron si podian ocupar los dos banquitos de enfrente. En mi mesa ya no habia lugar, ni habria tranquilidad con una pareja y un bebé. No era socialmente correcto decirles que no. Eso decía mi razón. Pero mi gesto me traicionó y allí mismo apareció! NO estaba Ro pero yo misma me di cuenta y no lo pude frenar. La mamá del bebé dijo: No dejá, no te hagas problema. Fue inútil decirles que no, que no habia problema. Mi gesto fue mas creíble que mis palabras.
Sola, frente a la repisa del baño donde tengo ordenadas mis cremas y todos mis cosméticos. Alguien me había cambiado las cosas de lugar. Sin lógica. No dije nada. Solo el gesto. Lo sentí. Nadie me miraba, pero estaba alli! Que pena no poder sacarme una foto! Como puedo hacer cosas tan involuntarias?!! Nadie me estaba mirando, no tenia que caretear nada, pero el gesto, anárquicamente decidió salir a la superficie, dominar mi cara y expresarse.
Tengo que poder con él.
O permitirme las razones que lo ocasionan.